04 mayo 2012

Palabras ante un desencuentro.


No estoy enfadada contigo, cada uno reacciona como puede, como sabe, antes las cosas y las circunstancias que nos encontramos en la vida. Las relaciones personales, son siempre una fuente de frustración, en mayor o en menor medida. Lo que cada uno considera justo, apropiado, lo que espera de los otros... no suele coincidir con lo que ocurre en realidad. ¿Por qué? Supongo que las respuestas son infinitas. Buscar los motivos, o tratar de controlar cómo los otros se relacionan con nosotros es un sendero estéril, por lo que he podido comprobar y sufrir.

Lo que si creo tener bastante claro, es que la manera en la que cada uno valora el mundo y su propia vida, configura también la imagen mental de cómo deben ser las relaciones con los otros y los significados de las cosas. Y esas valoraciones que hacemos del mundo, de nosotros mismos, cambian en función de un sin fin de variables. Como nuestro estado mental, físico, nuestras necesidades afectivas, nuestra historia personal, las emociones, nuestra cultura, ect. De modo que al final todo es una matrix que proyectamos sobre el mundo real, el mundo que experimentamos de instante en instante, para darle algo de sentido. Por decirlo de otra forma, cada uno vive en su propio mundo, y todos pretendemos que los demás vivan en el nuestro, porque para nosotros es el único mundo que hay. Yo creo que ésto nos pasa a todos, en mayor o menos medida. Con mayores o menores afinidades entre nuestras "matrix", que son tan cambiantes como nosotros.

Luego están las reglas sociales y culturales, que nos ofrecen una guía de convenciones para intentar no acabar los unos con los otros, mientras intentamos ejercer la vida. Evidentemente, no son suficientes, ni salvan las distancias entre las personas, aunque no dudo de su utilidad para conseguir que el ser humano viva en sociedad, a pesar de los pesares.

Te cuento esto, porque no entiendo bien a qué te refieres con "arreglar las cosas". Las cosas no están rotas, simplemente no coincidimos al mirarlas, al sentirlas, al pensarlas. Esto nos causa dolor, alejamiento, frustración, rencor. Sobretodo cuando ha habido otros momentos y otras cosas en las que sí hemos coincidido.

Para mí no es imprescindible coincidir siempre, coincidir en todo. Si para tí la objetividad es un hecho consumado, a mí no me crea problemas, siempre que no intentes forzarme a pensar como tú, porque consideras que tus argumentos y pruebas son irrefutables.

Podemos hablarlo, podemos discutirlo intelectualmente. Podemos observar las diferencias y enriquecernos con una visión diferente. Pero no se puede obligar a las personas a convertir su matrix en la nuestra.

El problema es el dolor, la desilusión, la soledad que causa la distancia, donde creímos que podíamos encontrar cercanía. A eso debemos darle un sentido también en nuestro mundo, y debemos manejarlo lo mejor que podamos día a día. como el sin fin de distancias y discordias con las que nos encontramos al relacionarnos con otros cada día. Y eso es un trabajo personal. A todos nos gustaría cambiar el mundo, pero creo que es más importante aceptarlo para poder estar en él. Y eso incluye las relaciones con las personas.

Este es mi pensar y mi sentir, con las mil contradicciones que me causa, y todo el trabajo pendiente por hacer. Con muchas más preguntas que respuestas.

Siento mucho que estemos alejados y nos hagamos daño, quizá los dos tengamos algo que aprender o que aceptar. Quizá sea sólo yo.

Siento que ahora mismo no estoy preparada para retomar un contacto frecuente. Lo que no quiere decir que no sea amiga tuya, y que no me importes. Dentro de esta madeja enredada que son las relaciones, y teniendo en cuenta lo complicado que es todo, creo que la mejor muestra de amistad es mostrarse a uno mismo. Demasiados espejismos nos acechan ya en la vida, como para ser opacos y pretender algún entendimiento. Yo nunca he llevado máscaras contigo, al menos no máscaras conscientes. Y aprecio mucho que tú tampoco las lleves.

Un abrazo.